OTRO ERROR DE CÁLCULO

Ayer volvió a ocurrir. El movimiento 15M, dado por muerto, agotado o “agostado”, volvió a resurgir para unos o resucitó para otros. Demasiadas resurrecciones lleva para estar realmente muerto, ¿no? Pues bien, resurgió o resucitó, porque “no estaba muerto ni estaba tomando cañas”, como dice la famosa canción. Estaba a lo suyo, a lo que ahora se dedica con más ahínco, a elaborar propuestas realistas a la par que imaginativas, a extenderlas entre la gente, a hacerlas fuertes en la mente colectiva. Ha sido otro error de cálculo de los encargados del orden. Pensaron que el 15M estaba en la playa (algunos sí, pero haciendo campaña de sus propuestas) o de marcha en Ibiza.

Pero volvieron a equivocarse, porque este movimiento está tan extendido, está tan atento a todo lo que pasa y tan dispuesto a movilizarse en pocas horas, que es muy arriesgado, políticamente hablando, ningunearlo o despreciarlo sin pagar un alto precio. Y cuenta con la simpatía de una gran mayoría social con la que, además, puede contar para cualquier convocatoria. No necesitan sedes, ni siquiera pancartas, convocan a través de las redes sociales y la respuesta es inmediata, como ayer. No necesitan campañas previas a las movilizaciones, no tienen que sensibilizar ni argumentar para que los convocados asuman que tienen que asistir a manifestaciones o asambleas. Esa labor ya la tienen hecha, de ahí que sus llamadas al pueblo se cuenten por éxitos, incluso en pleno verano, época inhábil para partidos y sindicatos como los nuestros y no porque estemos sesteando y viéndolas venir, sino porque estamos organizados de otra manera.

Lo de ayer, el desalojo por sorpresa y sin previo diálogo, cabrea también a muchos ciudadanos que no pertenecen al 15M, que ni siquiera simpatizan con él, porque impedir que el pueblo se reúna, opine y actúe políticamente, es ir contra un derecho constitucional que no puede pisotearse así como así, sobre todo si entendemos que la democracia a lo que debe aspirar como bien supremo es a que el pueblo participe y decida, desde dentro de las instituciones y, también, desde fuera.

Las apelaciones de los comerciantes de la Puerta del Sol, apoyadas por las fuerzas vivas de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y secundadas por el Gobierno socialista, a que la plaza es de todos y que el 15M no puede monopolizarla en exclusividad para sus intereses, llevaría parte de razón si en unos días todo Madrid no fuera a ser monopolizado por los fieles de una creencia religiosa, desafecta secularmente de la democracia y con el añadido antisocial que conlleva las exenciones fiscales a empresas patrocinadoras de la visita papal, el coste de la seguridad del evento, la privatización temporal de edificios públicos para fines distintos a los que fueron destinados y cuyo coste global (50 millones de euros) no se justifica ni como visita de un jefe de estado ni por su pretendido carácter pastoral. A Somalia, se nos dice, se va a destinar la mitad de esa cifra. Y esto, no sé porqué no subleva también a los fieles de una religión que habla y mucho de caridad y poco de justicia.

La diferencia de trato entre estas dos expresiones sociales del mismo pueblo, la religiosa y la democrática y, probablemente, con intersecciones importantes, es más que evidente. Para unos, todo, para otros, nada. Y eso cabrea. Brillará más la visita papal en los medios de comunicación convencionales, eso seguro, pero en las redes sociales el brillo será de otras ideas. Y por esas redes circula lo nuevo, lo que no puede pararse sin dejar vacía de contenido la democracia actual.

P.D.- Como escribo con poca frecuencia, se me acumulan los temas y se me alargan las entradas al blog. Pero me comprometo, en la próxima, a hablar de algunas cosas insinuadas en ésta. Por ejemplo: sobre mi posición sobre el 15M y nuestras organizaciones sindicales y políticas, sus distintas formas de organizarse, actuar, y de afrontarse mutuamente. Porque el 15M no es el problema, el problema somos nosotros mismos. Pero todo tiene arreglo, la clase trabajadora siempre ha logrado encontrar la mejor manera de luchar y avanzar.

MANOLO PEÑALOSA