¿Si ya sabíamos que estas elecciones estaban perdidas, por qué estamos tan hundidos hoy?
¿Podíamos soñar con una remontada imposible a pesar de saber que parte del triunfo de Ayuso vendría de la mano de la inacción opositora del PSOE y de la irrupción nada conveniente para la campaña de Sánchez e Iglesias?
¿No sabíamos que Sánchez e Iglesias, Presidente y Vicepresidente respectivamente del Gobierno de España, motivaban más al tan derechizado electorado popular o populista madrileño tan bien manejado por Ayuso que a los posibles votantes de izquierdas?

¿No sabíamos que Ayuso y su campaña necesitaban señalar objetivos claros para atacarlos y derribarlos si era posible; que tener enemigos tan notorios engrandecían su figura y que ambos candidatos le daban la oportunidad de repetir la estrategia de colocarlos en el cadalso de los culpables de todos los males inventados como ya hicieron los nazis en Alemania o los trumpistas en Estados Unidos?
¿Es tan tonta como hemos repetido hasta la saciedad, la presidenta Ayuso?
¿Son tan listos Sánchez e Iglesias en esto de las campañas en entornos de simplismos ideológicos
que asumen mucho mejor los votantes de derechas que los de izquierdas?
¿Si Gabilondo fue un excelente candidato cuando ganó las anteriores elecciones autonómicas en Madrid, por qué ha malgastado ese capital político ante una presidenta de tan bajísimo nivel formativo, humano y político?
¿Ha resultado ser Gabilondo el peor parado de todos los candidatos por haber hecho una oposición débil, dulce incluso, como de profesor ante una alumna cortita de entendederas y desobediente, pero a la que se la puede reorientar por el buen camino a base de paciencia y que si no se corrige se suspenderá ella sola al final de la legislatura?
¿Es Gabilondo el único culpable de haber perdido la mayoría en la Asamblea de Madrid y de ser sorpassado por Más Madrid?
¿A pesar de la bonhomía de Gabilondo, su altura humana, intelectual y política y ser por ello uno de los mejores candidatos que haya presentado el PSOE para gobernar la Comunidad de Madrid, era el más indicado en este momento político?
¿Debe dimitir el buenazo de Gabilondo?
¿Vale para algo en el entorno trumpista creado por Ayuso y sus asesores, la altura intelectual de los tres candidatos de la izquierda?
¿Cómo es posible que la frivolidad de Ayuso se haya impuesto a la seriedad de los tres candidatos de la izquierda?
¿Decir todos los días una tontería, una boutade o una simpleza, es más rentable electoralmente que mensajes con sustancia política o argumentos basados en realidades sociales y económicas evidentes?
¿Por qué ha arrasado la “comunicadora” Ayuso, la del currículum cortito, la voz en Twitter del “Pecas” la mascota perruna de la presidenta Aguirre, maestra ella en el soborno de tránsfugas, frente a un catedrático, un politólogo y una doctora en medicina?
¿De qué sirve la racionalidad y las muy fundamentadas ideas frente a los bulos, las mentiras y la falsedad tan incrustadas en el desgraciado ágora de las redes sociales?
¿No ha sido Mónica García la única candidata que ha hecho su campaña proponiendo políticas y denunciando la mala gestión de Ayuso y la única que no ha caído en las trampas de una presidenta que ha conseguido ocultar su desastrosa gestión con un eslogan cortito, mitad positivo: “libertad”; y mitad negativo: “comunismo”?
¿Será por eso que se ha ganado el puesto de portavoz de la oposición?
¿Qué papel ha jugado el gusto de los españoles y más concretamente de los madrileños por la cerveza fría, los pinchos, el bocata calamares y las reuniones en las terrazas hasta altas horas de la noche en la victoria ayusista en Madrid?
¿Cómo es que el partido con más políticos presos por corrupción en España no pague factura política alguna por sus tropelías?
¿Por qué el debate político no se ha centrado en los servicios públicos, en la sanidad, en la educación, en la falta de presupuestos, en una fiscalidad justa, en la necesaria remontada de la economía gracias a las ayudas de la Unión Europea, en el creciente paro en ese Madrid de hosteleros agradecidos por poder servir unas tristes cañas en horario ampliado pese a los toques de queda y al parecer tan contentos por no recibir los millones de euros en ayudas para ese sector paralizados por la ambición política de una presidenta que ignora las verdaderas necesidades de los trabajadores, de los autónomos, de los pequeños empresarios, de los parados, y de tantos “mantenidos” subvencionados de las colas del hambre?
¿Y qué decir de los miles de ancianos olvidados hasta la muerte en las residencias y del dineral malgastado en el Zendal a mayor gloria de la Hostelera Mayor del Reino?
¿Hasta cuándo estará Madrid liderando en número de contagiados, ingresados en UCI y en muertes por Covid sin que los amantes de la cerveza y las terrazas se inmuten lo más mínimo?
¿Será más peligroso VOX dentro o fuera del gobierno de Ayuso?
¿No sospecha Casado que Ayuso se la está jugando?
¿En qué akelarre de asesores tontainas se ha programado la campaña de Ciudadanos?
¿Será el futuro de Pablo Iglesias ser profesor, ser conferenciante, director de canales de televisión alternativa, ideólogo algo desgastado o gurú de UP en el cielo pendiente de asaltar?
¿Podrá Yolanda Díaz llevar a mejor puerto a UP y seguir siendo una magnífica Ministra de Trabajo?
¿Podrá la izquierda alternativa reunificarse para unir fuerzas y jugar un papel más determinante en la política nacional?
¿Será capaz la socialdemocracia del PSOE superar este trastazo y centrarse en la ideología que le es propia sin devaneos centristas como el de no subir los impuestos?
¿Va a coger carrerilla el Gobierno de coalición, el Gobierno progresista y va a hacer sin complejos políticas netamente de izquierdas?
¿Será posible que el Gobierno progresista aprendiendo del Presidente Joe Biden ponga en marcha similares medidas políticas, fiscales y económicas a las suyas?
¿La clase trabajadora sabe cuáles son sus intereses y por eso vota a los partidos que pretenden representarla o precisamente por que sí que sabe cuáles son sus intereses, no vota a esos mismos partidos de izquierdas en los que ya no cree?
Son preguntas con muchas respuestas posibles. Tú, qué has leído hasta aquí seguramente tendrás las tuyas propias.
Otra más: ¿Crees que hay que hacerse las preguntas adecuadas para encontrar las respuestas correctas y después actuar en consecuencia?
Parece ser que algunos no se hacen preguntas, y claro, no encuentran las respuestas y por eso no actúan como era de esperar.
Y la última: ¿Qué esperanza nos queda?
Respuesta ¿correcta?: Pues seguir luchando, al fin y al cabo es lo que siempre hemos hecho y de vez en cuando da resultado y ganamos otra vez los buenos.
Manolo Peñalosa